domingo, 30 de septiembre de 2012

illy (II) / Dimensión Laurentina







“Viajar no es tan sólo moverse en el espacio. Más que eso, es acomodar el espíritu, predisponer el alma y aprender de nuevo.”





Bienvenida a la madeja de la vida. Que nos trae y nos lleva enredando y desenredando personas como si fuésemos gatos jugando con un ovillo de lana que se convierte en nuestra tela de araña. Bienvenida a sus caprichos, a las bifurcaciones de vías con mecanismos de accionamiento demasiado complejos...

(De pequeño me fascinaban las maquetas de tren.).

Te vas. Te vas a mi otra casa, que casi fue la tuya. Te vas en busca  del saber, el futuro, el hombre. El hombre que yo fui pero no fui. Aunque hé de confesar que, como buen conocedor de tu vida, a veces me pregunto: ¿qué te falta aquí, si nos tienes a todos?

Pero en el fondo te entiendo. Te entiendo porque hace tiempo, cuando volví allí por primera vez, el retorno fue un extraño espejo, un haz de luz plegada en el tiempo. Y me crucé en la escalerilla del avión con un casi adolescente ocho años más joven, diez kilos menos y una bolsa bandolera negra que todavía le acompaña. Pero aquel “viejo yo” tenía otra diferencia con el actual: poseía una anormal capacidad de fascinación y estaba cargado de ganas de mundo; las mismos que tú no has gastado y te llevan a recomenzar la aventura.

Lo más curioso es que ahora, tras años visitando este blog, podrás estar no sólo metafóricamente en Laurentina. Y, ya que "hay lugares de los que uno nunca vuelve del todo", quizá allí veas a mi fantasma, que a veces percibo cuando visito la ciudad. Porque siento que de alguna forma, en otra dimensión, continúa su curso la vida que no elegí (mi novia, mi barrio, yo mismo...). Y a veces a través de ese alter ego me llega, igual que las sensaciones compartidas por los hermanos gemelos, el tacto del aire de las noches de verano en Vía Laurentina.

(Más curioso aún es que quizá tú si puedes retomar la vida que dejaste a medias en aquel país).

Sin embargo, yo ya he cerrado un ciclo. Durante diez años (parafraseándome varias veces) he estudiado, viajado, sufrido, seducido y trasnochado (“saltado de balcón en balcón”) más de lo que la mayoría de las personas lo hacen en toda su vida. He aprendido de mis errores y me he encontrado a mí mismo. Me he aceptado, he perdonado a mi entorno y gracias a ello me he perdonado a mí. Aunque tarde, he madurado y ya me ha llegado la calma: solo busco alguien "que me soporte", que no salga huyendo de mi “intensidad vital” y que comparta mis sueños. Una cabeza que duerma en mi pecho y yo en su pelo, y con quien amanecer todos los días; que me haga “no querer estar nunca en otra parte”.

Pero tú aún sigues con ese hambre. Y también lo entiendo. El motivo es evidente: en tu pequeño cuerpo hay un corazón tan grande que en él cabe todo el mundo. Y te animo a llenarlo sin miedo; nuestra madeja ha demostrado estar suficientemente enredada.

Ojalá siga así para siempre. 

PD: Nos vemos el martes.

Córdoba, últimos días de septiembre de 2012

2 comentarios:

Finn dijo...

Por segunda vez en las últimas semanas, he borrado un comentario sin querer. Se debe al panel de gestión de estos, que es confuso y da lugar a deslices. Pido disculpas y agradezco la participación.

Anónimo dijo...

Jaja anda anda vaya tela... no te preocupes... te lo digo otra vez... :P
Son los dos escritos de "no amor" (aunque ahora ya son tres) mas bonitos que he leido nunca...
Un beso! TR