No
te hagas resistente a la realidad para creerte feliz. No evites admitir
el error, la traición, el desamor o la tragedia. Da rienda suelta a las
lágrimas, los remordimientos o el nudo en el estómago. Deja que el
dolor avance, se apodere de ti, te
inunde, te desborde, te atraviese. Deja que te destroce y al mismo
tiempo te purifique llevándose todos los hilachos de carne muerta y
dejando apenas un armazón de huesos y víceras. Pues ese armazón, ese
reducto de ti, refulgirá autenticidad. Sal entonces a la calle para que
los demás se asusten de tu pureza. Deja que la critiquen por ignorancia,
cobardía o incapacidad para imitarla. Y exponte al sol para que sea él
quien llene tus nuevos espacios. Entonces, sólo entonces, te habrás
convertido en verdad y luz: la absoluta esencia.
Viaje en autobús de Pozoblanco a Córdoba
Noche del 17 de enero de 2014
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