domingo, 27 de abril de 2014

Bioinformática para principiantes





"Algún día encontraremos lo que estamos buscando. O quizá no. Quizá encontremos algo mucho mejor."





El hacker había dado casualmente con aquel chico. Un chico que en principio fue solamente una IP cualquiera pero que pronto se convirtió en el perfecto conejillo de indias con el que experimentar.

Para ello, creó virtualmente una atractiva adolescente e intentó camelarlo. Y, al principio, lo consiguió. Hizo que él se sintiera muy interesado por la chica y por el feeling que creía ver entre ambos. Sin embargo, con el paso del tiempo, el hacker probó fórmulas que no salieron igual de bien y el interés del chico disminuyó.

Pero la tecnología le dió una nueva oportunidad y creyó que había llegado el momento de ir un paso más allá: primero, dió voz a la chica, que ya era una mujer; luego, la imprimió en 3D y consiguió dotarla de vida.

Esta versión avanzada mejoraba el personaje on-line: más guapa, más simpática y con cuidados detalles como con una cautivadora risa o un precioso olor, e incluso calculados defectos que le aportaban realismo (sus gustos musicales y su incapacidad para limpiar el espejo del baño). De hecho, al principio todo ello impuso al chico, que no esperaba tan positivo cambio.

Pero el gran logro del hacker no fue ese. El gran logro fue darse cuenta de que no era suficiente una chica guapa e inteligente. Sabía que necesitaba dotarla de algo que el chico nunca hubiese encontrado. Algo que la situase por encima de las almas que podían considerarse gemelas por tener mismos gustos o inquietudes.

Así que, a través del minucioso estudio de millares de datos del chico que pudo captar por su comportamiento en la red, había conseguido desarrollar en ella una esencia personal que tenía perfecta armonía con él. Había creado una de esas conexiones que no se pueden explicar con palabras. Había conseguido algo que la hacía distinta a todas las demás.

Era como si se conocieran de toda la vida. Como si fuese una simple extensión natural de él. Como si hubiese nacido para pasar tiempo juntos y eso, estar juntos, fuese lo predestinado y normal.

Pero entonces, satisfecho al comprobar el éxito de su experimento, el hacker consideró que este había tocado a su fin y decidió que ella desapareciese, dejando al chico el corazón lleno y la casa vacía.

Y ahora él, cada mañana, se despierta con el deseo de que la marcha de ella haya sido tan solo un mal sueño. Y abre la puerta del dormitorio con la esperanza de, todavía, encontrarla durmiendo en el sofá.

Cordoba, última semana de abril de 2014


1 comentario:

Anónimo dijo...

Me acabo de enamorar