jueves, 30 de agosto de 2012

Declaración de intenciones (contrato vital)






"I guess I understand: this boy becoming a man"






En esta etapa de transición vital, esta especie de impasse de espera entre la juventud y la madurez, tengo más claro que nunca lo que quiero. Y sueño. Sueño con la vida. Con la Vida en mayúsculas.


Sueño con no ser como la mayoría (que me sigan tildando de “raro”).

Sueño con trabajar en algo que sea útil a la sociedad (intento enfocar a ello mi “inútil” formación).

Sueño con viajar por todo el mundo y de todas las maneras: en primera clase y alojándome en hoteles de lujo unas veces; y en moto, con mochila y recurriendo a humildes hostales en otras.

Sueño con plantarme en una estación de tren y en ese momento pensar a dónde ir. O emplear el coche y cada día decidir en qué lugar dormir esa noche.

Sueño con escribir historias de todos esos viajes (y que me las publiquen).

Sueño con tener responsabilidad y cumplirla.

Sueño con tirarme en paracaídas, hacer rafting, snowboard y surf.

Sueño con mantener mi capacidad de fascinación y mi ilusión por las cosas. Y mi fe en las fotos antiguas, los mapas del tesoro, los cofres enterrados y las cajitas del tiempo.

Sueño con sumergirme hasta la médula en películas y libros que valgan la pena.

Sueño con veladas para dos, con noches frente al fuego y frente al mar.

Sueño con no querer estar nunca en otro sitio.

Sueño con ver atardecer en todos mis rincones de Roma tomando un capuccino; y en tantas playas que todavía no conozco mientras camino por la orilla.

Sueño con aprender de todos mis errores y que los demás, cuando me haya ido, me recuerden como una buena persona.

Sueño con trasnochar de todas las maneras: bailando, bebiendo, charlando, besando y contando estrellas durmiendo “al raso” en compañía (una de mis pasiones por desarrollar en la astronomía).

Sueño con llevar a mi hijo homónimo al Bernabéu por su décimo cumpleaños y acurrucarme en el sofá entre mis hijas.

Sueño con contarles historias antes de dormir y verles reir, equivocarse, crecer.

Sueño con mañanas enteras en la cama y besos bajo un paraguas.

Sueño con cenas románticas en sitios caros y con comida basura para llevar a solitarios rincones con encanto.

Sueño en hacer el amor intensamente en todos esos viajes, de todas las maneras y en todos los sitios (incluidos sitios públicos, obviamente).

Sueño que nunca perdemos la pasión.

Sueño con simples paseos. Con Coca-Colas heladas.

Sueño con cuidar de una persona que a su vez me cuida a mí.

Sueño que en cada aniversario le escribo un poema en la espalda desnuda.

Sueño con llenar la casa de nietos en Navidad.

Sueño con cada noche no saber dónde empieza ella y dónde termino yo.


Y sobre todo, sueño (aunque no me disgusta la soledad) con algo que empiezo a creer imposible: encontrar a alguien que me soporte y que sueñe con todo lo mismo que yo, para hacerlo juntos.

Y contarle a esos, nuestros nietos, cómo la conquisté; igual que me contó mi abuelo.

Sueño que no es un sueño.


Razón: aquí.


Córdoba, 30 de agosto de 2012

1 comentario:

Anónimo dijo...

Aunque me fastidie admitirlo parece que a pesar del paso de los años continuas teniendo el don de mover de un lado a otro mis emociones. Lo digo porque tras leer esto ahora resulta que me arrepiento de haber borrado aquel comentario en la entrada Finn Wayne. Por que este último escrito tuyo encarna ese “algo más” que tienes y que es tan difícil de encontrar, eso que hace que seas especial y q al menos yo personalmente me acuerde de ti aun teniendo pareja desde hace tiempo. Como digo, con el has hecho que me “arrepienta de arrepentirme”, así q voy a intentar acodarme de lo que puse, resumiendo esta vez para que te hagas una idea de lo que supongo no llegaste leer porque no voy a volver a quedarme otra vez con las ganas:

Me encanta tu paso a adulto que se plasma en tus últimos textos (incluida una tendencia a la monogamia y el instinto paternal), que se centran en lo maravillosamente complicado que eres por dentro. Pero en realidad sentía la necesidad de escribirte desde antes porque me identificaba totalmente con el escrito Madurez. Yo aprendi así, a base de equivocarme contigo. Y como dices también he aprendido la conveniencia de admitir lo que se siente y esta es la prueba.

Aunque a veces eres desesperante y te habría matado mil veces por cosas que me sacaban de mis casillas, muchas más te habría resucitado por las que te hacen especial, incluidas dos muy raras e impagables, que no mientes y que das la cara cuando te equivocas. En muchos aspectos eres un niño pero en ese eres muy hombre.

Como escribiste en otro anterior, estoy segura de que encontrarás a tu Julieta, una Julieta afortunadisima de vivir esa vida maravillosa a tu lado. Una que no sea tan tonta como fui yo.

Y no sueñes con ser distinto al resto. Ya lo eres. Nunca dejes de serlo.

L.
(me alegro de haber roto el silencio detanto tiempo xq veo me han seguido ;-)