miércoles, 5 de septiembre de 2012

Big Finn

 



"Quizá tú no eres demasiado grande, sino que el pueblo es demasiado pequeño"






Me temo que el verano ha tenido un extraño efecto estabilizador y relajante en mí, y de ahí esta nitidez en las emociones, fluidez en las ideas y la consecuente necesidad de escribir más a menudo de lo habitual. Sin embargo, no termina de convencerme el hecho de que mi situación actual hace que el blog esté convirtiéndose en algo más parecido a un diario de inquietudes, pero es lo que me pide el cuerpo en este momento.

También influye, en forma de catalizador, el haberme encontrado con una película como Big Fish. No sé de dónde vino el impulso que me ha llevado a verla hoy por segunda vez, pero supongo que me ocurre lo mismo que con los libros o que incluso con las personas: hay poca gente que me "diga" algo, y por eso, cuando encuentro alguien que sí me aporta, le otorgo mucho valor.

Además, en esta historia se da la curiosa circunstancia de que empecé identíficándome sobre todo con el personaje del hijo único, con su responsabilidad indivisible y con su paso a cabeza de familia (por su inminente paternindad al tiempo que enferma su padre). Sin embargo, al verla por segunda vez me he dado cuenta de que me identifico mucho más con el progenitor y protagonista, Edward Bloom, y sus rasgos más llamativos:

Con el hecho de haberse sentido un pez grande en un estanque pequeño a determinada edad (y no estar "listo para quedarse en ningún sitio"); con su capacidad para ver la magia de las cosas normales y trasmitirla; con sus narraciones de historias sin orden y con eternos paréntesis; con la claridad con la que sabe lo que quiere y su don casi irresponsable de ir a por ello y no rendirse nunca ante la adversidad (que unos me envidian y otros me critican -quizá porque en realidad todos me lo envidian-); con la facilidad para inspirar confianza en los demás y enredarlos en proyectos casi utópicos y de los que saca poco o ningún beneficio; con su (creo) buen corazón, lealtad y nobleza; y, por qué no admitirlo, con sus lados tozudo, insoportable y cascarrabias.

En el fondo, son muchas películas en una: una historia de amor, una epopeya sobre la evolución de un espíritu libre y una fábula sobre el cruce de etapas de la vida, que me ha llegado en el momento justo para darme el empujón que me faltaba para "reenchufarme". Gracias a Edward Bloon, un superhéroe terrenal.

Córdoba, 1 de septiembre de 2012


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