lunes, 27 de agosto de 2012

Finn Wayne



"Usa una máscara. Pero no para protegerte a ti, sino a los que te importan".




Lo confieso en este, mi blog de terapia: soy superprotector.

El primer recuerdo que tengo de ello fue aquel perro que encontré en la calle y se encariñó conmigo cuando yo tenía unos catorce años. Se pasó varias semanas siguiéndome a todos lados, hasta que mi padre me dio permiso para adoptarlo si seguía rondando el vecindario al día siguiente... y nunca más lo vi. No sé si le pasó algo o encontró otra persona que lo acogiera, pero todavía me muero de pena por dentro cada vez que pienso en la expresión triste que el animal me ponía cuando cerraba mi puerta ante él. Al menos no siento culpa, ya que no dependía de mí.

No tengo claro si aquella historia del perro fue el primer síntoma de una característica que yo ya traía de fábrica o fue el desencadenante, al estilo de la historia que reconcome a la protagonista de "El silencio de los corderos"; pero sin duda soy excesivamente protector con mi entorno: con esas dos amigas "fugitivas", con mis parejas, con la gente que considero vulnerable, y también con la mayoría de los animales. Además, como buen escorpio, puedo llegar a ser terriblemene vengativo con alguien que hace daño a quien quiero.

Y supongo que es esa tendencia a la protección junto con mi reciente afán por trabajar por algo que esté "por encima de mí" lo que provoca mi inexplicable pasión por la trilogía "precuela" de Batman, un ejemplo de superación, altruismo y compromiso. Además, el hecho de que no tenga superpoderes hace de este personaje algo más próximo, lo que todos querríamos (o deberíamos) ser y no somos... admitámoslo: por pura pereza.

Agosto 2012



No hay comentarios: